En lineas generales, el mar puede parecer simplemente una masa enorme de agua salada, donde únicamente viven los peces y otros pequeños seres marinos. Sin embargo, esto es una mínima parte, puesto que si nos detenemos a explorarlo podemos descubrir infinidad de aplicaciones e incluso podemos encontrar en distintos organismos "antídotos" para curar algunas enfermedades.
Algunos ejemplos de esto son:
LOS CORALES.
A mediados del siglo XX
se comenzaron a explotar a gran escala como fuente de prostaglandinas,
sustancias relacionadas con la fiebre, la inflamación y el dolor en humanos.
En la actualidad los
corales proporcionan anticancerígenos y antiinflamatorios, y
se estudian para tratar fracturas y crear implantes óseos.
Producen
casi un tercio de los productos marinos farmacológicos. De ellas se obtienen
medicamentos marinos muy variados. Desde antivirales hasta anticancerígenos, pasando por
medicamentos contra el asma.
Curiosamente las
esponjas parecen organismos muy indefensos. Para sobrevivir fabrican sustancias
químicas o se alían, en simbiosis, con microorganismos que producen esas armas
químicas de defensa.
ALGAS
Los preparados con algas
se utilizan desde la antigüedad para el tratamiento de problemas digestivos,
infecciones y procesos inflamatorios. Los estudios más recientes buscan en
estas plantas marinas sustancias con propiedades anticancerígenas y antimicrobianas.
De ellas también se
obtienen aditivos alimentarios y sustancias gelificantes como el agar o el
carragenato
LAS MEDUSAS
La bioluminiscencia de
algunas especies de medusa arrojó luz al estudio de las proteínas, invisibles
al microscopio. El fármaco Aequorin permite seguir el recorrido de una proteína a lo largo de
distintos órganos. Un proceso clave para detectar determinadas enfermedades. El
colágeno de las medusas también tiene aplicaciones médicas en la artritis
reumatoide.
LOS EQUINODERMOS.
Los equinodermos
contienen sustancias capaces de estimular el crecimiento de las neuronas.
Estos productos, que
también están presentes en la materia gris del cerebro humano, se llaman gangliósidos, y actúan aumentando el
número de conexiones entre las células nerviosas. Los gangliósidos extraídos de
equinodermos se están probando en el tratamiento contra el mal de Alzheimer.
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